Entré a mi casa, con el móvil en la mano todavía, en el que a veces releía el mensaje de Dani.
No había nadie, mi hermana se había ido a pasear con Bob y mi padre trabajaba. Subi a mi cuarto y continué leyendo Un paseo para recordar, era un libro de mi madre.
Me entendía bastante con las protagonista: una chica que carecía de madre, que era muy protegida por su padre, y que se resguardaba en los libros.
Pero más cosas empezaban a hacernos más semejantes aún. Lo que pasaba era que todavía no lo sabía.
Mi hermana llegó media hora después de que yo entrara en mi casa. Cenamos y nos fuimos a dormir.
Esa noche soñé algo bastante extraño:
Corría a un lugar que desconocía, vestida de una especie de princesa, con un vestido y unos zapatos de tacón -desconozco aún la razón por la que podía correr tan cómodamente con aquellas vestimentas-.
Llegué a un sitio en el que había un chico al que no se le veía la cara, llevaba una rosa en la mano, e iba vestido de príncipe.
-Te esperaba- dijo aún sin levantar la cabeza.
-¿Quién eres?
-Vamos- y me ifreció su mano, yo la cogí y seguí sus pasos, no tenía la menor idea de lo que hacía.
El chico me llevó a un prado, en el que paseábamos y hablábamos, congeniamos bien.
Llegamos a un lago, en el que nos sentamos en un banco de madera, siempre había detestado las películas de príncipes y princesas, pero en ese momento me gustaban bastante.
Lo último que recuerdo de aquel sueño fue que en un momento en el que estábamos en aquel banco, me acarició la mejilla, se acercó hacia mí y me besó.
El beso fue , pero para mí fue largo e intenso.
Pero entonces el misterioso chico levantó la cabeza, pude ver su cara, y no era para nada desconocido: era Dani.
Eso fue lo último (que yo recuerde) que sucedió en mi sueño. Un sueño extraño, pero deseable. Lo que sabía es que no debía obsesionarme con alguien que llevaba dos días en la ciudad, pero que cuando estaba con él parecía que nos conocíamos de toda la vida.
-Buenos días.
-Buenos días. ¿Qué tal has dormido?
-Bien -vacilé unos segundos-, bastante bien.
Ese día no se parecía en nada al de ayer, era mucho más soleado, y no llovía, lo mejor es que era sábado.
Sin prisa alguna desayuné, me duché y me vestí, lo que no esperaba es que Dani llamara al timbre aquella mañana.
-Hola.
-Hola- dije extrañada, ya que no encontraba razones para que estuviera allí-, ¿qué haces aquí?
-Bueno, pues pensaba que podrías dar una vuelta conmigo por la ciudad. Así me la enseñas y la conozco mejor.
-Pues... tendría mucho que enseñarte, pero si esperas un poquito vale- el asintió y yo subí a terminar de arreglarme, ya que con la vagueza con la que me había levantado aún no había acabado todo lo que tenía que hacer.
Minetras que no había bajado pensé en lo que le dije a mis amigas el otro día y lo que me había dicho a mí misma esta mañana.
"No voy a volver a enamorarme"
"No debo obsesionarme con aluien que conozco de apenas dos días".
-Papá, me voy a dar una vuelta.
-¿Vas con alguien?
-Sí, con mi amigo Dani.
-Llévate el móvil y las llaves. Y recuerda: si te pasa algo, no dudes en llamarme- es frase me la conocía de sobra. Mi padre siempre había sido muy protector con Blanca y conmigo, pero lo fue aún más cuando mi madre murió.
-Tranquilo, llevaré cuidado. Adiós.
-Que te diviertas.
-Bueno, ¿por dónde quieres empezar?
-Supongo que por los lugares más frecuentes que se van.
-Entonces empezaremos por la biblioteca.
-¿Te gusta leer?
-Mucho, leo desde que tengo uso de razón. He leído tantos libros que no me acuerdo cuál fue el primero que me leí. Pero, últimamente voy a la biblioteca pro dos razones: los deberes y los libros, aunque sinceramente, prefiero los libros a los deberes.
-Son semejantes.
-No, qué va, los libros son mucho mejores que cualquier tarea que te manden para casa. Cuando lees un libro te metes en la piel del protagonista o la protagonista, sientes las emociones que transmiten, y vives una aventura.
-Hablas como si los libros fueran tu vida.
-Más o menos. Nunca he tenido muchos amigos, como los que puede tener, por ejemplo, Catrina, he tenido los justos, y yo me siento completa al cien por cien cuando leo, entonces siento que tengo seres queridos.
-Y... ¿a quiénes consideras tus seres queridos?- no sabía cómo responder a esa pregunta, pero por suerte la biblioteca nos interrumpió.
-Eh... Bueno, te presento la biblioteca, más o menos, te sabrás el cmaino pro el que hemos venido, ¿no?
-Sí, creo que hasta aquí sí que sé llegar.
-Bueno, ¿quieres entrar o continuamos?
- Mejor continuamos, ya me pararé a admirarla otro día.
-Está bien, pues continuaremos por el Ayuntamiento.
-No me has contestado a la pregunta que te he hecho- dijo Dani unos minutos después de que empezáramos a caminar rumbo al Ayuntamiento.
-¿Cuál?- pregunté haciendo como si me hubiera olvidado.
- Que a quiénes consideras tus seres queridos.
-Pues... a toda mi familia, pero también a mis amigos: Martín, Carla y Estela, ellos me han ayudado siempre.
-Si te digo la verdad, yo nunca he podido hacer amigos de verdad. O cuando creía haberlos hecho me mudaba a otro sitio.
-Yo no me imagino viajando por tantas ciudades, de casa en casa, dejando a mis amigos atrás,
- Tú tus amigos tenéis suerte, os conocéis desde hace tiempo y nuca os habéis tenido que separar.
-Sí...- dije yo con voz burlona- en vacaciones....
-Ah, vaya, qué graciosa, eso no cuenta- respondió irónicamente-. Pero... siento que este lugar es distinto. Nunca me había encontrado con alguien como tú.
-¿Alguien como yo?
-Sí, como tú. Nunca nadie me había recibido así, nadie me ha ofrecido ayuda con los deberes de Mates, nadie se ha comprtado tan comprensivamente com lo has hecho tú, y te lo agradeceré siempre- no pude evitar sonreír tímidamente-. Por cierto.... ¿fuiste tú la que le dió mi teléfono a Catrina?
-¿Si se lo hubiese dado te enfadarías?
-No, tú dime la verdad.
-Bueno, sí, se lo dí yo. Me llamó ayer y me pidió tu teléfono justo antes de que te llevara a la playa.
-Catrina es una persona bastante extrovertida, ¿la conoces de siempre?
-No, yo la conocí cuando entramos en el instituto, antes íbamos a colegios diferentes.
-A mí me dijo que os lleváis muy bien desde que so conocistéis.
-¿Catrina y yo? Bueno, si ella lo dice.... Nunca nos hemos relacionado mucho, que se diga.
-¿Ves a lo que me refería? Nos conocemos desde hace dos días y tengo la confianza de contarte cosas que nunca le he contado a cualquier otra persona.
-Tal vez, yo nunca había tenido tan rápido la soltura de hablar así con alguien quen conozco de hace nada- esa conversación me pareció un poco incómoda, así que pasé directamente a otro tema-. ¿Cómo es tu familia?
-¿A qué te refieres?
-Cuáles son sus miembros y eso.
-Ah, bueno, pues tengo a mi padre, a mi madre, a mi hermana y a mis abuelos. A parte de mis tíos, mis primos, mis tíosabuelos...
-Sí, lo he pillado. Espera, ¿cuántos años tiene tu hermana?
- Diez años, ¿por?
-Tiene la misma edad que mi hermana pequeña, Blanca.
-Mi hermana se llama Marina, un día podríamos presentarlas.
-Claro- llegamos a nuestra parada-. Mira Dani, esto es el Ayuntamiento. Supongo que te pasará como la biblioteca.
-Sí, lo vistaré otro día, continuemos.
-Vale... ahora, tienes que seguirme, puede que te canses, este sitio está bastante lejos, ya de apsdo ves gran parte de la ciudad.
-Emm... Alex, ¿a dónde vamos?
-Aaa, ya verás.
Ese día me sentí bien, muy bien, es más, no recordaba haberme sentido también desde que murió mi madre. Me sentía segura y bien conmigo misma.
-Alex... estoy cansado...
-Te aguantas. En seguida llegamos.
-Vale...
Seguimos caminando, hasta que llegamos al lugar que quería enseñarle.
-¡Tachán!- ante nosotros se veía un gran campo de almendros.
-Vaya... es....
-¿Precioso?
-Iba a decir enorme, pero eso lo define mejor.
-Este lugar me lo enseñó mi madre, cuando era pequeña, luego empezó a traerme mi padre- primero me senté yo en al hierba y luego él se sentó a mi lado.
-Vaya, nunca me imaginé un lugar como este en una ciudad como esta.
-Sí, es difícil de creer.
-¿Sabes? Me lo he pasado muy bien esta mañana.
-Yo también.
-Son ya las dos, ¿te vienes a comer?
-Pues.. tengo que preguntarlo- dije mientras me levantaba a hablar con mi padre por teléfono.
-Vale- marqué el número de mi padre.
-¿Diga?
-¿Papá?
-Hola, Alex.
-¿Me dejas ir a comer con mi amigo Dani?
-Eh... no sé.
-Venga, por favor...
-Vale, pero a las siete y media en casa.
-Está bien...gracias, adiós.
-Adiós.
-Sí me dejan.
-Pues venga, vamos.