Capítulo 4: Papá.
-Hola mamá ya estamos aquí.
-Hola chicos- apareció mi padre por la puerta del salón, los dos corrimos a abrazarlo, no lo habíamos visto desde hace tiempo-, ¿qué tal estáis?
-Muy bien -respondí yo.
- Pues yo estoy escayolada- continuó mi hermana.
-Bueno, a vuestra madre le ha surgido un viaje y me ha llamado para que me quede a cuidaros unos días. La cena estará dentro de un rato.
-Vale, yo me subo a mi cuarto mientras.
Encendí mi ordenador y me conecté al Messenger estaba Andrés, un amigo del campamento de baloncesto.
Yo: Hola.
Andrés: ¿Qué tal?
Yo: Bueno, aquí, aguantando.
Andrés: ¿Qué pasa?
Yo: ¿Te acuerdas de Ángela, la chica que te hablé?
Andrés: Sí, ¿por?
Yo: me dijiste que no aguantaría mucho, y llevabas razón.
Andrés: Según la descripción que me diste, deduje que era bastante insoportable.
Yo: Ya lo sé, fui muy tonto.
Andrés: Lo has sido siempre, J, no, es broma, has hecho lo correcto.
Yo: Bueno, ¿y tú que te cuentas?
Al escribir eso sonó un pito y se abrió una ventana, puf, Ángela había iniciado sesión.
Yo: Un momento, que es que esta chica no se rinde.
Andrés: Ok.
Ángela: Hola cari, ¿qué tal?
Yo: Déjame en paz, de verdad, Ángela.
Ángela: Mira, yo hago lo que me da la gana y tú no me vas a mandar, si quiero darte la lata, te la daré, y ya está.
Yo: A ver, ¿no tenías muchos pretendientes? Pues conéctate con ellos, y pasas de mí, ¿te parece una buena idea? A mí sí.
Ángela: Nunca te habías atrevido a hablarme así, ¿pero qué te pasa?
Yo: Otra vez, que he cambiado.
Ángela: Bueno, ¿quedamos mañana?
Yo: Creo… que no.
Cerré el ordenador y oí a mi hermana que me gritaba diciendo que la comida estaba lista, ojalá se hubiera roto las cuerdas cervicales y no la muñeca. Bajé las escaleras.
-Bueno chicos, ¿qué tal en el cole?
- Yo tengo un trabajo de Literatura, es gran parte de la media final.
-Pues yo sigo con una media perfecta, no como mi patético hermano, se dice que los hermanos mayores son los mejores ejemplos, y parece que el ejemplo soy yo- algunas veces que no la soporto, pero, hay que aguantar.
-Pues que sepas que me ha tocado con una empollona- sin ofender a nadie, pero es que, después de lo que había dicho Celia, las palabras me salían sin pensarlo- y vamos a sacar un diez bien grande.
-O te verá tan insoportable, que renunciará a sacar buenas notas para salir corriendo.
-Chicos, parad, no sé cómo, vuestra madre puede aguantar esto todos los días- después de eso nos callamos durante toda la comida.
-Papá, hoy me tienes que llevar al conservatorio- doña perfecta seguía con sus perfecciones, resulta que había entrado a ese conservatorio de bale con una beca, y todo el mundo estaba orgulloso de ella.
-Está bien. ¿Y tú, David?
-Yo voy a la biblioteca, para lo del trabajo.
-Bueno, vale- se podía decir que mis padres, cuando estaban casados, no tenían as mismas ideas, pero, cuando se ven por cualquier cosa, como un partido mío o una actuación de Celia, se llevan bien, no sé, será por dar ejemplo.
-Papá, la comida está muy rica- le dije yo adelantándome a Celia, a la que vi abriendo la boca un segundo después de que yo pronunciara la frase.
-Yo pienso lo mismo- es que sin hacer la pelota Celia no era ella.
_ Papá, yo ya he terminado, me voy a hacer los deberes.
-Bueno, vuelve de la biblioteca a las ocho y media o antes.
-Vale.
Los deberes eran muy fáciles, así que terminé pronto, después me puse a jugar a la PSP, desde el cuarto de mi hermana se oía su serie favorita Patito Feo, todas sus amigas estaban enganchadas, yo no era mucho de televisión, pero no me veo viendo la serie esta, la verdad.
-¡Papá, me voy a la biblioteca! ¡Adiós!
-Hasta luego.
Salí al jardín y cogí la bici. Me metí las llaves y el móvil y salí, me esperaba un largo trabajo. Me monté en mi bicicleta. La biblioteca estaba a dos manzanas, así que cuando iba, iba en bici. Cuando llegué la até en una barra cercana a la puerta. Dentro ya del recinto, vi la mesa donde estaba sentada. Me dirige hacia allí.
Andrea estaba escribiendo algo y lo tapaba con un libro.
-Hola- dije yo, cuando se dio cuenta cerró el libro con fuerza, extraño, pero me daba cosa preguntar.
-Ah, hola-respondió ella.
-Bueno, ¿sobre qué vamos a escribir?
- Yo pensaba que podríamos hablar sobre Jane Austen, fue una gran escritora, Orgullo y prejuicio es uno de mis libros favoritos.
-Vale- respondí yo, la verdad es que me importaba poco de quien habláramos, con tal de sacar buenas notas…
Valla rollo que echó, yo solo asentía sonriente, a ver si calaba.
-Ya hemos terminado, adiós.
-Adiós, me levanté un poco atontado, porque aunque por fuera esta asintiendo, por dentro estaba dormido, al salir, a Andrea se le había caído un papel.
-¡Se te ha caído esto!- demasiado tarde, ya se había ido, y yo, con una curiosidad enorme, lo abrí. Era como una carta.
Querida mamá:
Te echo de menos, ya no te veo, ya no te siento cerca, como antes, ya no me das un beso cada noche, ya no se oyen tus zapatos cuando es la hora de volver a casa, ya no me das los buenos días, te has ido, de todas las vidas de la gente que te quería, ya no te tengo a mi lado, ya nadie me llama como me llamabas tú, y aunque lo hicieran nunca oiré una voz tan dulce como la tuya, te he perdido. Puede que me olvides, pero te juro, con toda mi alma, que yo nunca lo haré, tengo tu foto debajo de la almohada, porque tú eres mi amuleto de la suerte.
Todo el mundo que te veía se sorprendía de tu gran belleza, después de salieras de mi cuarto, se quedaba ese olor a rosas que dejabas por dondequiera que pasaras. Y te digo esto porque te quiero, y todos te echamos de menos. Esta es la carta más difícil de mi vida, la hago con las lágrimas en los ojos. Contigo, se han ido todas las ganas de vivir, tus caricias, tus besos, tus abrazos, se ha ido todo eso.
Me duele el corazón desde el momento de que me enteré que te fuiste, pensaba que ni si quiera la muerte nos separaría….
No puedo escribir nada más porque cada vez que pienso en ti, me dan ganas de morir para estar a tu lado.
Te quiero, y mucho:
Andrea.