-Hola mamá, ya estamos aquí- entré en casa, con la voz un poco temblorosa, ya que la que la bronca que nos podía venir, podría ser grande.
-Hola David, ¿qué tal la escuela?
-Bueno, ha pasado algo…, cuéntaselo tú, Celia- mi madre vino a la entrada, estaba extrañada.
-Es que, verás mamá, estábamos yendo hacia casa, cuando íbamos a cruzar el paso de peatones, cuando vi un billete, entonces, como yo creía que no venía ningún coche, me agaché, y entonces vino uno, David me avisó pero yo no le escuché, entonces una compañera suya me cogió y me llevó a la acera, intenté parar la caída y puse la muñeca, caí mal y ahora me duele mucho.
-Ay, dios, bueno, ya hablaremos de esto luego, ahora te tengo que llevar a un traumatólogo, David, la comida está en la encimera, volveremos aproximadamente a las cuatro y media.
Tenía bastante hambre, así que comí con gana, hice los deberes, y me fui al entrenamiento de baloncesto, pero ahora mismo lo único que quería hacer era sentarme en el sofá a ver la tele y a reflexionar mientras que esperaba, pero ya era demasiado tarde, pero, no podía, y a lo mejor desconectar un poco de todo lo que ha pasado esta mañana .
-Hola Marc- me encontré a mi mejor amigo Marc, que iba al entrenamiento conmigo.
-Hola, ¿a qué viene esa cara?
-Bueno, pues casi nada, mi hermana está en el hospital por un coche.
-¿Cómo? ¿Han atropellado a tu hermana?
-¡No!- contesté yo-, pero casi…, la nueva, Andrea, la ha salvado de el atropello. Lo que ha pasado es que se ha encontrado un billete, venía un coche, Andrea la cogió y Celia quiso parar con la muñeca.
-¡Hala!
-Sí, justo eso digo yo, ¡hala!
-No, ese hala no iba por el hala que yo tendría que haber soltado, el hala es por eso- señaló justo delante de nosotros, ahí estaba Andrea, entrando al pabellón del cole-gio, madre mía, era por darme la vuelta e irme, y este mal rollo con Andrea venía de un “presentimiento”, y cada vez era más fuerte. Entramos al pabellón, Andrea parecía tan sorprendida como yo, cuando empezaban los entrenamientos solía haber mucho escándalo, y este era un día de esos. Y, de repente, sonó un pito tan fuerte que casi hizo que todo el equipo nos cayéramos al suelo.
-Buenas tardes, esta es Andrea, ¿lo habéis pillado? Pues a jugar- el entrenador no es que fuera muy enrollado, siempre iba al grano-, estas son las parejas: Juan y Carlos, Antonio y Luís, Marc y Alejandro, David y Andrea- todo iba empeorando poco a poco, pero me quedé callado y empecé a entrenar.
-Oye- me dijo Andrea- ¿qué tal tu hermana?
-Pues, mi madre la ha llevado al hospital, pero no sabré los resultados hasta después del entrenamiento.
-Ah, vale- después de eso, lo único que se oyó fue al entrenador gritar y el chirrido de las zapatillas al rozar el suelo, bueno, solo eso no.
-¡David, cariño!- cuando me di la vuelta, vi a Ángela en las gradas, saludando-me, se había traído dos amigas, cuatro ojos, dos bocas y cuatro oídos más, perfecto, maravilloso.
-Hola Ángela- cada vez todo iba peor, a lo mejor se ponía celosa.
Aunque había llegado un poquito tarde, ya solo quedaba un cuarto de hora para que acabara. Sonó otra vez el puñetero silbato.
-Vale chicos, como veo que hoy lo habéis hecho bien, os dejo estos quince minutos para que hagáis un pequeño partido- a todos, o eso creo yo, nos gustaba hacer un partidito después de que entrenáramos, era muy divertido-, capitanes, David y Juan.
-Pares- dije yo antes de que Juan pudiera abrir la boca, le sentía un cariño especial a los números pares, los impares me parecían más tristes.
-Nones.
- ¡Una, dos y tres!- dijimos los dos a la vez, los pares me defraudaron, salió quince.
-Vale, elige Juan primero.
- Elijo a Carlos- Carlos era el mejor del equipo, y siempre lo elegían el primero.
-Elijo a Alex- también jugaba bastante bien.
-Marc.
-Antonio.
-Luís- ¿por qué a mí? Solo quedaba Andrea, no tenía otra.
-Bueno Andrea, te vas al equipo de David- dijo el entrenador.
Al final ganamos. Andrea es la mejor jugadora que he visto en este equipo, tres cuartos de los puntos que hicimos fueron gracias a ella.
Salí del pabellón, no había sido tan malo como me esperaba, pero cuando estaba fuera me esperaba Ángela para hablar conmigo.
-Muy buen partido, creo- no sabía mucho sobre el baloncesto.
-Gracias.
-La nueva, Andrea es buena.
-Sí, mucho.
-No quiero que te acerques a ella.
- ¿Por qué?
-Pues porque yo soy la única chica que hay en tu vida, y ahora no va a venir ella para estropearlo todo. Tengo muchos pretendientes, los suficientes para salir cada día con uno distinto.
-¿Qué tal si te vas con ellos?- esa chica me había cabreado.
-Perdona, ¿estás cortando conmigo?
-No lo había pensado, pero sí, lo siento, pero no me gusta que seas siempre tan celosa, estoy harto.
-Perdona, pero yo soy la que digo si rompemos o no, y no hemos roto.
-¡Pero tú quién te crees que eres! Pues te diré yo: eres una persona más en el planeta, que no vale más que ningún humano, así que no te lo tengas tan creído, no quiero que tengas que ver nada conmigo, está claro- y con cara de enfadada se fue con sus amigas que llevaban la boca, cuando me di la vuelta di un gran suspiro y me fui a mi tranquila, o casi tranquila casa.
-Tío, te he oído hablar con Ángela, vaya fiera estás hecho- apareció mi amigo Marc detrás de mí.
- Uno, eres un cotilla, y dos, he hecho lo que tenía que hacer.
-Bueno, y después de esto, ¿te interesa alguien?
-¿Qué clase de chico crees que soy?¿De esos que rompen con sus novias y a la de tres dicen, mira, me gusta esa, le voy a pedir salir.
-¿Y tú qué quieres que sepa yo? Es que he visto a bastantes tíos con ese carácter, además, lo decía por cómo has defendido que querías estar en Andrea- me dijo con cara burlona.
-¡No he dicho en ningún momento que quisiera estar con Andrea, solamente he dicho que podía estar con quien me diese la gana, y que ella no puede mandarme.
-Ah, está bien- cuando miré para mi casa, de la que ya estaba cerca, vi que estaba aparcado el coche de mi madre, así que me despedí de Marc y me fui pitando para allá.
-Hola mamá, ¿qué ha pasado?
-Celia se ha fracturado la muñeca derecha.
- Qué morro- mi madre me miró con cara de esas: ¡pero qué estás diciendo!- es que es diestra.
-Si quieres verla, está arriba, pero me ha dicho el médico que estará algo estresada.
-O.K.
-Celia, ¿qué tal?
-¿Desde cuándo te importa?
-Jolín, por una vez que me preocupo de ti…
-Bien, voy a estar un mes sin hacer deberes.
-Serás…
-Fuera de mi cuarto.
-Encantado.
Tenía que hacer algo, un cambio radical, estaba harto de que yo parezca no tener vida propia, que siempre tenga que seguir a los demás, pues eso se acabó, a partir de ahora, voy a hacer lo que a mí me venga conveniente, y me da igual que sea popular o no, es mi vida y todos la van a tener que aceptar, y ya está, punto y final.